Política y felicidad

Menudo dilema.

A pesar de la crisis, persiste en la sociedad la idea de que "la política es un puro". Para quienes estamos "enganchados", esto nos parece un disparate, pero no somos capaces de convencer a nadie de que cambie su actitud.

Frente a los incrédulos, parecemos gatos maullando en lo alto de solitarios tejados. Repetimos cansinos la cantinela de que "la política importa", de que el mundo se nos va al carajo por culpa de los malos políticos; por una democracia anémica. ¡Y mira si somos pesados y que - incluso - hay quien nos da la razón para callarnos!

Pues nada: "Paso de ese asunto" - ésa es la (im)postura generalizada.

¿Por qué?

Porque se entiende que la política es fuente de preocupaciones y causa de infelicidad. Parece evidente que nadie con ideales políticos ha conseguido nada más en la vida que sufrir y amargarse. Seguro que hay quien opina que la "inquietud política" es una enfermedad crónica, haciendo bueno el dicho de los políticos: "no se preocupen ustedes; sigan disfrutando sus vidas, que ya estamos aquí nosotros para preocuparnos."

Hay una postura ante la vida que desprecia todos los esfuerzos que no tengan una recompensa inmediata. Hay quien se ha quedado enganchado a las alegrías y las inquietudes infantiles, a los indios de plástico y las meriendas con nocilla; No ha pasado al siguiente escalón: El de aceptar nuestra propia fragilidad. El de perdonar los complejos heredados y reirse de nuestros "pedos mentales".

¿En qué escalón estamos los que "sentimos" y "padecemos" la política?

Hay que pensarlo tranquilamente, porque nos movemos siempre al borde, entre lo ideal y lo práctico, según nos venga el día. A mi me viene pasando que la política ha dejado de parecerme una preocupación mesiánica para ser una preocupación natural, una pieza de mi mismo. Me alivia mucho reconocerlo, porque si a mí - que soy una triste víctima de la LOGSE - me ha ocurrido antes de los 30, quiere decir que no hay mala educación que no pueda curarse.

Ojalá, el día de mañana, la educación fomente en los jóvenes la inquietud por realizarse plenamente como personas. A día de hoy, me conformo con que, gente como yo, malcriada e inculta, sea capaz de mirarse en el espejo e ir, poco a poco, retirándose la pelusilla de los ojos. Creo que esto es fundamental, porque vencer las dificultades pasa necesariamente por aceptarlas y comprenderlas antes de afrontarlas.

Esa entelequia que llamamos "política", vista desde una perspectiva "un poco más madura" de la vida, no puede sino inspirar una actitud cargada de vitalidad, radiante de esperanza. "Somos animales políticos" y, de un modo más o menos consciente, vivimos sumergidos en un mundo construido sobre relaciones políticas. Tomar contacto con esta realidad - y dejar de ser, por tanto, un ignorante - es, al menos, para sentirse aliviado.

Si los que amamos la política aceptamos que las preocupaciones políticas son causa de un padecimiento sin cura, sencillamente hemos fracasado antes de empezar. Más bien, debemos hacer nuestro lo que decía Serrat: "Nunca es triste la verdad; Lo que no tiene es remedio".

La vocación política de un ciudadano comienza siempre por entender que la realidad que vibra detrás de esa vocación es la que es, no la que nos gustaría que fuera. Desde una visión lúcida de los problemas colectivos, se dibuja claramente un camino que nos lleva directamente a la felicidad, porque quien defiende lo que cree que es bueno, el que lucha por el bien propio - sin perjuicio del bien de los demás - y el que exije para sí el mismo respeto que dedica a los demás, no debe cargar a sus espaldas la culpa por los daños que no ha cometido, ni debe sentir vergüenza por el tamaño de sus manos o de sus piernas: cada uno abarca lo suyo y anda lo que puede. Todo lo que hacemos nos distancia de ese estado vegetativo de las almas muertas y nos acerca más al mundo y a lo que somos realmente.

Hoy, igual que siempre, nos damos a conocer por nuestros actos. Claro que el rencor, la ceguera y la envidia pueden alimentar la ambición política. Claro que la historia está plagada de decisiones políticas que han regado la tierra de sufrimiento. Pero quien quiere la democracia porque cree en la igual dignidad de todos los ciudadanos, el que cree que un hombre justo basta para salvar una nación, el que siente un voto como extensión de la palma de su mano, ¿qué entiende de toda esa basura? Este pobre hombre se mueve por la vida, acechado por el porvenir, envuelto en sombras de un mundo que no puede comprender ni controlar, demasiado complicado. A este buen hombre le pregunto yo: ¿Te hace feliz la política?

4 comentarios:

  1. Anónimo Says:

    Profunda reflexión, amigo. Añadiría que el ser humano es político, como bien dice, por definición, pero lo que tenemos es diferente: es una casta política que vive para su poder (riqueza) y el resto, que también los podemos dividir en dos: los que están aborregados ( víctimas o no de la LOGSE), que les interesa el fútbol (circo) y tener un trabajo para salir adelante (pan), y otros que nos preocupamos por la sociedad en la que vivimos, queremos que mejore..., somos políticos. El resto son escoria.
    Saludos.

    Posted on 25 de abril de 2010, 0:34  

    manulissen Says:

    Tienes razón. Al final, hay que apelar a aquello de "la Política con mayúsculas" para dejar fuera de la ecuación - por el momento - a los que ejercen cargos públicos. No me preocupan hoy estos señores, ni tampoco los otros que comentas - esos que "pasan de la política".

    Los que me interesan son gente como tú que "se preocupa por la sociedad". La pregunta sigue en el aire: ¿la política es parte de tu felicidad? Lo planteo en los términos de tu respuesta: ¿por qué son escoria los que no son políticos? ¿Qué les hace peores; o qué nos hace mejores?

    Creo que los que apostamos por el cambio cívico defendemos un modelo de persona que queda fuera de los parámetros del éxito al que nos ha acostumbrado la sociedad y que muchas veces nos falta la convicción en las posibilidades de este "hombre alternativo". Si de verdad creyéramos en la superioridad de este modelo de "ciudadano", el único sentimiento que nos producirían las demás actitudes sería de compasión. Ya que no es así, me pregunto: ¿Sobre qué cimientos hemos construido nuestro interés por la política? ¿En qué nos basamos para "preocuparnos por la sociedad"? ¿Es un impulso egoísta, un reflejo de nuestros complejos o un acto de pura generosidad?

    No tengo una respuesta clara ni concisa para estas preguntas, pero no quiero dejar de compartirlas.

    Un saludo.

    Posted on 25 de abril de 2010, 1:29  

    Anónimo Says:

    http://www.ivoox.com/polinomia-18-09-2012-austericidio-audios-mp3_rf_1434060_1.html

    Posted on 22 de septiembre de 2012, 23:31  

    mil profesionales Says:

    Contra el aforamiento de los políticos

    http://www.milprofesionales.org/diputados-que-todavia-no-han-renunciado-a-ser-aforados/

    Un saludo

    Posted on 15 de junio de 2013, 18:45