Tragedia en Barajas


Vergüenza verde


En los Jardines del Prado de San Sebastían, que ya es un parque adulto, hay una zona frondosa que estaba llena de vida, bajo la sombra de casi doscientos árboles y arbustos. Un espacio amplio y agradable, regado por el agua de tres fuentes y dividido en varios tramos que ha ido tomando la solera de sus 15 años de existencia. De todo el parque, esta franja marcada por los setos era el lugar preferido de las personas que por allí viven, sobre todo de los niños que creían que ese trozo de naturaleza, tan inmenso para ellos, les pertenecía desde que nacieron. Como Prado lo han visto siempre y así lo han llamado. Allí jugaban y han crecido a la vez que la arboleda. Pero ellos no saben que cada año la ciudad se reserva para el verano el inicio de una obra impopular, algún desaguisado bárbaro, y siempre en el mes de agosto cuando los niños están fuera, en plenas vacaciones, y cuando muchas voces de la conciencia sevillana descansan. La obra que los políticos y la Universidad tenían preparada para agosto es la destrucción del mejor cahíz del Prado sevillano por antonomasia. La Universidad, que no abre la boca ante los desmanes urbanísticos y ecológicos, no sabe cómo explicarle a los niños lo del arboricidio, y se ha inventado eso de que esta es la mejor época para los transplantes, que es como eufemísticamente se le llama ahora al arboricidio. El parque de los niños lo han cercado de noche con un lona de color verde, acorde con el jardín y el medio ambiente. Lona bien tupida como corresponde a las obras de agosto. Está estudiado: mientras más tupida es la lona mayor es el desaguisado. Pero esta operación es distinta porque se hace en nombre de la cultura y por iniciativa de la Hispalense que está enfrente, pero de vacaciones. A los niños habrá que explicarles que se puede destruir el patrimonio artístico y natural en nombre de la cultura, como derribaron la antigua Universidad de la calle Laraña. Se les dirá que no hay mejor lugar para una biblioteca, el único solar existente. Pronto empezará la farsa de los transplantes, mientras una vecina denuncia que ya han destruido dos fuentes: una entera, otra a la mitad. Falta la última. Hay que darse prisa, son varias las denuncias interpuestas y esta es una ciudad acostumbrada a los hechos consumados.
Como efectivamente ha ocurrido finalmente. Esta mañana había una manifestación convocada a las 9 de la mañana en frente al vallado de la vergüenza. Al principio, nos encontrábamos allí unas 20 personas, de las que al menos la mitad eran de los medios de comunicación. A la hora a la que me he marchado del parque podría haber allí quizás un centenar de vecinos, entre transeúntes curiosos, pensionistas, trabajadores y estudiantes "haciendo pellas", una pequeña masa de ciudadanos que sólo ha conseguido pagar sus frustraciones con la valla y los cuatro policías a los que les ha tocado aguantar el chaparrón de quejas y las insolencias de algún viejo envalentonado. De los culpables de esta situación, a mitad de camino entre la especulación y el abuso de poder, ni se sabe ni se espera nada.


Yo no sé si a alguien le parece normal que se destroce un parque que hace 10 años se pagó con una subvención europea de 5 millones de euros para hacer una biblioteca en un sitio donde no hacen falta más bibliotecas, habiendo solares vacíos al lado y edificios públicos medio abandonados. Que se haga en nombre de la universidad no significa nada: yo soy miembro de la comunidad universitaria y no le veo ni pies ni cabeza, mucho menos cuando el estado del patrimonio natural de Sevilla es para que se le caiga la cara de vergüenza a más de uno. En cualquier caso, me llevo la sensación de que no le importa a demasiada gente este puntapié arrogante del Consistorio, fríamente planificado para llevarse a cabo a primera hora de la mañana de un día laboral del mes de Agosto.

Por lo visto, no le importa a demasiados ecologistas, que parecen haberse creído eso de que un árbol de 15 metros de altura pueda ser serrado (he podido oír a los operarios buscando una sierra, que no creo que sirva para cavar y sacar el árbol de raíz) y después felizmente "trasplantado". Tampoco le importa a los viandantes: a las miles de personas que cada día pasan por el nudo de transportes que es el Prado de San Sebastián y que felizmente pueden disfrutar de su camino gracias a la cercanía de espacios abiertos llenos de árboles (porque lo que somos los vecinos de la estación podemos dar fe de la concentración de CO2 y el nivel de ruido de esta zona). Desde luego, no parece importarle mucho a la comunidad universitaria, preocupada en apurar los últimos días de verano o amedrentada por la posibilidad de que los "hilos del poder" que parten del ayuntamiento socialista puedan cortocircuitar las subvenciones para sus investigaciones.

No sé qué consecuencias tendrá el hecho de que un par de vecinos hayan derribado parte de la valla para entrar en la zona que está siendo destrozada. Espero sinceramente que ni los medios lo utilicen para descalificar la protesta de los ciudadanos ni que el Ayuntamiento reclame a los vecinos por el retraso o los desperfectos (tampoco sería de extrañar, vista la exquisita dedicación y el respeto que tiene nuestro Ayuntamiento con los vecinos de la zona). Comprendo la reacción de estas personas y aplaudo que todos los demás las hayan seguido, irrumpiendo en una de las plazas (donde antes hubiera una preciosa fuente, ahora destartalada) para colocar sus pancartas y dejar constancia de lo que aquí está pasando. Yo particularmente no me he sumado, por considerarlo inadecuado y en todo caso contrario a nuestros intereses: si queremos quejarnos de verdad por el arboricidio del Prado, ya que las autoridades no van a echarnos ni caso, la solución no es comportarse como energúmenos ni pagarlo con operarios ni policías, porque además así corremos el riesgo de que nos tomen por masa, cuando somos gente de bien quejándose por un motivo justo. El día que nos organicemos para plantarnos como árboles en la puerta del Ayuntamiento o le pongamos un vallado verde con algún mensaje reivindicativo (del tipo "éste es nuestro muro de la vergüenza"), ahí estaré para seguir denunciando esta "vergüenza verde" que está pasando a escasos metros de mi casa.

La imagen lo dice todo


Gaudium et Spes


El siguiente fragmento corresponde a la exposición preliminar de la encíclica "Gaudium et Spes", una de las Constituciones del Concilio Vaticano II, que trata del papel de la Iglesia en el mundo actual. En la exposición, se desbroza el análisis más profundo que he tenido a mi alcance, hasta la fecha, del mundo presente, de sus oportunidades y amenazas.


SITUACIÓN DEL HOMBRE EN EL MUNDO DE HOY


Esperanzas y temores

4. (...)

El género humano se halla en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es así esto, que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también en la vida religiosa.

Como ocurre en toda crisis de crecimiento, esta transformación trae consigo no leves dificultades. Así mientras el hombre amplía extraordinariamente su poder, no siempre consigue someterlo a su servicio. Quiere conocer con profundidad creciente su intimidad espiritual, y con frecuencia se siente más incierto que nunca de sí mismo. Descubre paulatinamente las leyes de la vida social, y duda sobre la orientación que a ésta se debe dar.

Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder económico. Y, sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria y son muchedumbre los que no saben leer ni escribir. Nunca ha tenido el hombre un sentido tan agudo de su libertad, y entretanto surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica. Mientras el mundo siente con tanta viveza su propia unidad y la mutua interdependencia en ineludible solidaridad, se ve, sin embargo, gravísimamente dividido por la presencia de fuerzas contrapuestas. Persisten, en efecto, todavía agudas tensiones políticas, sociales, económicas, raciales e ideológicas, y ni siquiera falta el peligro de una guerra que amenaza con destruirlo todo. Se aumenta la comunicación de las ideas; sin embargo, aun las palabras definidoras de los conceptos más fundamentales revisten sentidos harto diversos en las distintas ideologías. Por último, se busca con insistencia un orden temporal más perfecto, sin que avance paralelamente el mejoramiento de los espíritus.

Afectados por tan compleja situación, muchos de nuestros contemporáneos difícilmente llegan a conocer los valores permanentes y a compaginarlos con exactitud al mismo tiempo con los nuevos descubrimientos. La inquietud los atormenta, y se preguntan, entre angustias y esperanzas, sobre la actual evolución del mundo. El curso de la historia presente en un desafío al hombre que le obliga a responder.

Cambios profundos

5. La turbación actual de los espíritus y la transformación de las condiciones de vida están vinculadas a una revolución global más amplia, que da creciente importancia, en la formación del pensamiento, a las ciencias matemáticas y naturales y a las que tratan del propio hombre; y, en el orden práctico, a la técnica y a las ciencias de ella derivadas. El espíritu científico modifica profundamente el ambiente cultural y las maneras de pensar. La técnica con sus avances está transformando la faz de la tierra e intenta ya la conquista de los espacios interplanetarios.

También sobre el tiempo aumenta su imperio la inteligencia humana, ya en cuanto al pasado, por el conocimiento de la historia; ya en cuanto al futuro, por la técnica prospectiva y la planificación. Los progresos de las ciencias biológicas, psicológicas y sociales permiten al hombre no sólo conocerse mejor, sino aun influir directamente sobre la vida de las sociedades por medio de métodos técnicos. Al mismo tiempo, la humanidad presta cada vez mayor atención a la previsión y ordenación de la expansión demográfica.

La propia historia está sometida a un proceso tal de aceleración, que apenas es posible al hombre seguirla. El género humano corre una misma suerte y no se diversifica ya en varias historias dispersas. La humanidad pasa así de una concepción más bien estática de la realidad a otra más dinámica y evolutiva, de donde surge un nuevo conjunto de problemas que exige nuevos análisis y nuevas síntesis.

Cambios en el orden social

6. Por todo ello, son cada día más profundos los cambios que experimentan las comunidades locales tradicionales, como la familia patriarcal, el clan, la tribu, la aldea, otros diferentes grupos, y las mismas relaciones de la convivencia social.

El tipo de sociedad industrial se extiende paulatinamente, llevando a algunos países a una economía de opulencia y transformando profundamente concepciones y condiciones milenarias de la vida social. La civilización urbana tiende a un predominio análogo por el aumento de las ciudades y de su población y por la tendencia a la urbanización, que se extiende a las zonas rurales.

Nuevos y mejores medios de comunicación social contribuyen al conocimiento de los hechos y a difundir con rapidez y expansión máximas los modos de pensar y de sentir, provocando con ello muchas repercusiones simultáneas.

Y no debe subestimarse el que tantos hombres, obligados a emigrar por varios motivos, cambien su manera de vida.

De esta manera, las relaciones humanas se multiplican sin cesar y el mismo tiempo la propia socialización crea nuevas relaciones, sin que ello promueva siempre, sin embargo, el adecuado proceso de maduración de la persona y las relaciones auténticamente personales (personalización).

Esta evolución se manifiesta sobre todo en las naciones que se benefician ya de los progresos económicos y técnicos; pero también actúa en los pueblos en vías de desarrollo, que aspiran a obtener para sí las ventajas de la industrialización y de la urbanización. Estos últimos, sobre todo los que poseen tradiciones más antiguas, sienten también la tendencia a un ejercicio más perfecto y personal de la libertad.

Cambios psicológicos, morales y religiosos

7. El cambio de mentalidad y de estructuras somete con frecuencia a discusión las ideas recibidas. Esto se nota particularmente entre jóvenes, cuya impaciencia e incluso a veces angustia, les lleva a rebelarse. Conscientes de su propia función en la vida social, desean participar rápidamente en ella. Por lo cual no rara vez los padres y los educadores experimentan dificultades cada día mayores en el cumplimiento de sus tareas.

Las instituciones, las leyes, las maneras de pensar y de sentir, heredadas del pasado, no siempre se adaptan bien al estado actual de cosas. De ahí una grave perturbación en el comportamiento y aun en las mismas normas reguladoras de éste.

Las nuevas condiciones ejercen influjo también sobre la vida religiosa. Por una parte, el espíritu crítico más agudizado la purifica de un concepto mágico del mundo y de residuos supersticiosos y exige cada vez más una adhesión verdaderamente personal y operante a la fe, lo cual hace que muchos alcancen un sentido más vivo de lo divino. Por otra parte, muchedumbres cada vez más numerosas se alejan prácticamente de la religión. La negación de Dios o de la religión no constituye, como en épocas pasadas, un hecho insólito e individual; hoy día, en efecto, se presenta no rara vez como exigencia del progreso científico y de un cierto humanismo nuevo. En muchas regiones esa negación se encuentra expresada no sólo en niveles filosóficos, sino que inspira ampliamente la literatura, el arte, la interpretación de las ciencias humanas y de la historia y la misma legislación civil. Es lo que explica la perturbación de muchos.

Los desequilibrios del mundo moderno

8. Una tan rápida mutación, realizada con frecuencia bajo el signo del desorden, y la misma conciencia agudizada de las antinomias existentes hoy en el mundo, engendran o aumentan contradicciones y desequilibrios.

Surgen muchas veces en el propio hombre el desequilibrio entre la inteligencia práctica moderna y una forma de conocimiento teórico que no llega a dominar y ordenar la suma de sus conocimientos en síntesis satisfactoria. Brota también el desequilibrio entre el afán por la eficacia práctica y las exigencias de la conciencia moral, y no pocas veces entre las condiciones de la vida colectiva y a las exigencias de un pensamiento personal y de la misma contemplación. Surge, finalmente, el desequilibrio entre la especialización profesional y la visión general de las cosas.

Aparecen discrepancias en la familia, debidas ya al peso de las condiciones demográficas, económicas y sociales, ya a los conflictos que surgen entre las generaciones que se van sucediendo, ya a las nuevas relaciones sociales entre los dos sexos.

Nacen también grandes discrepancias raciales y sociales de todo género. Discrepancias entre los países ricos, los menos ricos y los pobres. Discrepancias, por último, entre las instituciones internacionales, nacidas de la aspiración de los pueblos a la paz, y las ambiciones puestas al servicio de la expansión de la propia ideología o los egoísmos colectivos existentes en las naciones y en otras entidades sociales.

Todo ello alimenta la mutua desconfianza y la hostilidad, los conflictos y las desgracias, de los que el hombre es, a la vez, causa y víctima.

Aspiraciones más universales de la humanidad

9. Entre tanto, se afianza la convicción de que el género humano puede y debe no sólo perfeccionar su dominio sobre las cosas creadas, sino que le corresponde además establecer un orden político, económico y social que esté más al servicio del hombre y permita a cada uno y a cada grupo afirmar y cultivar su propia dignidad.

De aquí las instantes reivindicaciones económicas de muchísimos, que tienen viva conciencia de que la carencia de bienes que sufren se debe a la injusticia o a una no equitativa distribución. Las naciones en vía de desarrollo, como son las independizadas recientemente, desean participar en los bienes de la civilización moderna, no sólo en el plano político, sino también en el orden económico, y desempeñar libremente su función en el mundo. Sin embargo, está aumentando a diario la distancia que las separa de las naciones más ricas y la dependencia incluso económica que respecto de éstas padecen. Los pueblos hambrientos interpelan a los pueblos opulentos.

La mujer, allí donde todavía no lo ha logrado, reclama la igualdad de derecho y de hecho con el hombre. Los trabajadores y los agricultores no sólo quieren ganarse lo necesario para la vida, sino que quieren también desarrollar por medio del trabajo sus dotes personales y participar activamente en la ordenación de la vida económica, social, política y cultural. Por primera vez en la historia, todos los pueblos están convencidos de que los beneficios de la cultura pueden y deben extenderse realmente a todas las naciones.

Pero bajo todas estas reivindicaciones se oculta una aspiración más profunda y más universal: las personas y los grupos sociales están sedientos de una vida plena y de una vida libre, digna del hombre, poniendo a su servicio las inmensas posibilidades que les ofrece el mundo actual. Las naciones, por otra parte, se esfuerzan cada vez más por formar una comunidad universal.

De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o servirle. Por ello se interroga a sí mismo.

Los interrogantes más profundos del hombre

10. En realidad de verdad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano. Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de criatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior. Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aún, como enfermo y pecador, no raramente hace lo que no quiere y deja de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad. Son muchísimos los que, tarados en su vida por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo. Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos. Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la insolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo. Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?.


Fuente: Archivos Vaticanos.
Fotografía: Número 1084 de la revista XL Semanal. "La China oculta", de Álvaro Ybarra Zavala.

Ésta es la democracia que queremos

En verano del año pasado, algunos compañeros dedicamos un cálido día del verano sevillano a hablar de democracia. Fue para mí un auténtico placer hacer de anfitrión de estas gentes que vinieron a conocer mi tierra y a conocerme y he de decir que, conforme pasan los días (hoy 4 de Agosto se cumple el primer aniversario), se hacen el recuerdo cada vez más dulce y las ganas de repetirlo más intensas. Podríamos decir que la idea de nuestra cita fue, en principio, hacer un encuentro blogger, pero después creció para convertirse en un auténtico encuentro ciudadano. En este encuentro ciudadano, anécdotas y apuntes estratégicos aparte, llegamos entre los seis a un acuerdo de las características irrenunciables que, para nosotros, tiene la democracia. Esta lista que pongo a continuación la he repetido muchas veces en la red, pero no quiero renunciar a ella, porque no quiero olvidar aquél día memorable, ni las palabras y sentimientos compartidos, y porque lógicamente esta lista merece ser compartida con todos los que se consideran demócratas.

Siento decir que la lista no es original, porque perdí gran parte de la documentación cuando "tumbaron" el portal de la ALCD en Noviembre del año pasado. Lo que presento aquí es lo que con esfuerzo soy capaz de recordar. Como no quiero manipular estas palabras, mezclando lo real con lo figurado, sólo diré que ésta es la democracia que imaginamos juntos aquel 4 de Agosto tal y como yo la he preservado, y que si alguno de los entonces presentes quiere añadir o remedar alguna de estas palabras, tiene toda la libertad para hacerlo.

Que lo disfruten.

  1. En democracia, existe plena garantía de las libertades civiles y cada ciudadano conoce y exige sus derechos en el cumplimiento de sus obligaciones.
  2. En democracia, todos los ciudadanos somos iguales ante la ley.
  3. En democracia, se promociona la solidaridad entre iguales y la misma ley y el ejercicio del poder están orientados al servicio de sus ciudadanos y a facilitarles la búsqueda de su felicidad.
  4. En democracia, los poderes del estado están separados y son independientes.
  5. En democracia, todo gobernante está obligado a decir la verdad y puede ser recusado y expulsado de su cargo si falta a su juramento por el mismo pueblo que le ha otorgado su poder.
  6. La democracia se sostiene en la existencia de una prensa libre y veraz.
  7. La democracia necesita una sociedad civil fuerte y desligada de los intereses de partido y exige a sus gobernantes que atiendan sus peticiones y escuchen por igual a críticos y adeptos.
  8. En democracia, el pueblo soberano tiene el derecho de expresar su opinión vinculante sobre cuantos temas tengan eco en la sociedad, a todos los niveles de gobierno.

Españolito que vienes al mundo


Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Antonio Machado


Con el corazón helado, un abrazo muy fuerte a todos aquellos a los que hoy les duele ser españoles y, especialmente, a las víctimas del terrorismo.